Las tecnologías del crimen organizado y la extorsión (TCOE o NTCOE para Nuevas Tecnologías del Crimen Organizado y la Extorsión o CT para “crime technology”) vienen a agrupar todos los recursos, materiales y técnicas utilizados de forma sistemática por grupos y colectivos organizados en el diseño, tratamiento y desarrollo de actos delictivos o criminales de cierta gravedad, en la literatura especializada se suele hacer referencia a: asesinatos, extorsiones, secuestros, atropellos, magnicidios, fratricidios, parricidios, delitos, maldades, infracciones, transgresiones, fechorías, injusticias y, por supuesto, homicidios.

 Las TCOE en sí mismas no constituyen ni la panacea ni la solución inmediata a cualquier plan o previsión de acto delictivo, pero sí es cierto que facilitan la consecución de objetivos criminales desde la perspectiva de la eficacia y la eficiencia. Es a través de las TCOE que podemos observar con optimismo la consecución de las Competencias Estratégicas del Criminal Organizado del Milenio establecidas en el XIX Simposium de la Sociedad Internacional de Estudios Avanzados del Crimen y muy especialmente en lo que hace referencia a “Maldad a lo largo de la vida”. (Vittorio Santomazzio Lugartelli, Secretario General de la Organización Mundial del Crimen. Discurso Inaugural del XIX Simposium de la SIEAC. Montelussa. Italia. 2008)

 La utilización de las TCOE entre los sicarios de una organización criminal ayuda a disminuir la brecha formativa existente entre los miembros de dicha organización que pueden provenir de orígenes socioculturales y geográficos diferentes.

 Según el célebre capo mafioso y pionero indiscutible en la construcción de un modelo teórico fundamentado de las TCOE, Giovanni Fabretta Collonnini, deberíamos considerar las TCOE como un concepto dinámico y sujeto a los cambios y variaciones que impone el desarrollo tecnológico-estratégico en un mundo cambiante y globalizado del delito. Fabretta no sólo hace referencia a la evolución de los instrumentos y materiales, sino también al dominio progresivo que han ido adquiriendo las grandes multinacionales del crimen y los problemas que ello está generando en la supervivencia de las pequeñas y medianas “famiglias” y bandas criminales locales. En ese sentido, Donatto Wilfredo “Mandolina”, líder del movimiento de los pequeños y medianos homicidas, señala la intromisión de las grandes corporaciones del crimen en las problemáticas locales, con la consiguiente pérdida progresiva de la libertad individual para delinquir y ganarse la vida con ello.

Este intrusismo derivado de la globalización del crimen no para de crecer y de extenderse, con el riesgo de acentuar la llamada Brecha Criminal, estableciendo, si cabe, mayores distancias entre delincuentes locales “de toda la vida” y delincuentes “con titulación internacional”. Al final, a un consumidor medio, le cuesta más un homicidio por degüello con la cuerda de una mandolina –especialidad del autor- que el llevado a cabo por un asesino con un diploma en anatomía y realizado con un hilo casi microscópico de titanio iridiado y a eso no hay derecho (pg. 128). Donatto Wilfredo “Mandolina”: Desmitificando las TCOE: delincuencia y resistencia. En Journal of Crime Studies. Vol. 2, nº 4: 112-131.

 En la actualidad, las investigaciones y desarrollos teóricos ulteriores del modelo inicial de Fabretta, han derivado en un potente corpus teórico y en un interesante debate de corte epistemológico sobre el valor de las TCOE en la sociedades criminales actuales. Sólo destacar, entre otros, el grupo de filósofos italoamericanos de la delincuencia denominado “el Círculo de Moriarty”, de entre cuyas filas destaca Frank Cossimo quien fue galardonado el año pasado con el codiciado premio “Corleone” por su ensayo titulado:  Etica del canalla: más allá de la violencia gratuita (de próxima aparición por la Editorial “Crimen sin Castigo”). En cuanto al ámbito de la investigación aplicada cabe destacar la línea desarrollada por el grupo “A sangre fría” que hace dos años dio lugar a la conocida revista trimestral “A review of research and development of Crime and Violence”. En la actualidad es de destacar la influencia creciente de la tecnología japonesa en las TCOE a través de las publicaciones y seminarios del Centro Superior de Formación de Yakuzas.

 Por último, nuestro país, como en otros tantos campos del desarrollo científico, no se encuentra precisamente a la vanguardia de las TCOE, constituyéndose el mundo criminal en una especie de simbiosis dialéctica donde, en ocasiones, no es fácil diferenciar el crimen organizado de la acción política. Aun así, sería injusto no citar, al menos a: José Antonio Rodríguez Vega, «El Mataviejas»; a Manuel Delgado Villegas, conocido como «El Arropiero»; a Francisco García Escalero, «El Mendigo Asesino» ;  a Gilbert Chamba Jaramillo, «El Monstruo de Machala» o a chapuceros que, al contrario de los señalados anteriormente, no pueden ser identificados como serial killers sino más bien como serial badmades (malhechores en serie), tal como el bigotes, el trajes, el tontoelculo, etc… 



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