Peruggio Vicenttato della Figuona, con apenas cuatro años era considerado un niño travieso, a los cinco todo un bandarra y con siete años ya figuraba en los tablones de Quántico  en la lista de los 10 menores más buscados por el FBI. 

 A la edad de 5 años tuvo su primer encuentro con la Benemérita, con ocasión de haber sido sorprendido y denunciado por Doña Josefa  “La Barata” hurtando unas gominolas en forma de animalillos de su pequeño colmado de dulces y artículos de pirotecnia. A los dos días el pequeño y escasamente lucrativo negocio de doña Josefa quedó reducido a unas pocas brasas humeantes. No pudo demostrarse la implicación y mucho menos la autoría de Peruggio Vicentatto, pero el cabo del puesto de la Guardia Civil más cercano, ubicado en Ponttata Chicuela, tuvo la mosca tras la oreja, al menos durante un par de semanas.

Recién cumplidos los seis años Peruggio Vicenttato della Figuona ya era líder de una pequeña banda de malhechores de baja estatura cuyos desmanes causaron un cierto desasosiego en la doctora Nanny Rice, a la sazón psicóloga del colegio público Antoine Suspensoire al que acudía Peruggio a cursar su escolaridad obligatoria.

Sin embargo, el evento que nos obliga a incluir a Peruggio Vicenttato en la galería de Vidas Ejemplares tuvo lugar cuando recién había cumplido los 8 años. En el comienzo de aquel curso escolar Peruggio optó por la asignatura de Religión Católica, y ello en lugar de escoger Valores Sociales y Culturales, tal como habían hecho todos sus jóvenes amigos delincuentes. ¿Por qué?… eso es algo que es posible nunca sepamos. Quizás de entre las diferentes versiones la más plausible sea la que se refiere a la pequeña charla que Peruggio tuvo con el Pater Smorronne en el pequeño confesionario que hacía las veces de despacho del mencionado clérigo y de la que, cuentan, salió transfigurado y con altos niveles de transpiración.

No sólo tuvo que sufrir Peruggio la mofa de sus compañeros con el consiguiente sufrimiento psíquico y daños colaterales en su propia autoestima. También hubo consecuencias en el terreno de lo físico, así, los viernes por la tarde a la salida de la escuela, y hasta algún miércoles, se sometía mansamente a los puñetazos, patadas y gargajos que le enviaban sus antiguos colegas de correrías. Pero tanto sufrimiento inevitablemente había de llevar a algún tipo de recompensa o, como decía Nanny Rice, motivación positiva externa.

Y así fue. En el examen final de Valores Sociales y Culturales, convocado a la misma hora y en la misma aula que Religión Católica, después que Peruggio Vicenttato della Figuona no tuviera ni idea de las respuestas, ya que había pasado la noche en adoración nocturna en lugar de estudiar, justo a los doce minutos y ocho segundos de comenzar el examen, un resplandor invadió el aula (en otras circunstancias hubiera hecho imposible cualquier intento de proyección en la pantalla, ya que el aula carecía de cortinas) y una paloma refulgente depositó mansamente en la mesa de Peruggio las respuestas del examen de Religión Católica.

Quizás todo esto hubiera pasado desapercibido y jamás hubiera formado parte de nuestra sección de Vidas Ejemplares si no fuera porque en el momento en que la radiante paloma sobrevolaba, majestuosa, el aula 3-B, sucedían cuatro fenómenos en paralelo: (a) Loretta Weïsmaïer hacía una foto con su Smartphone (que adjuntamos), (b) un búho ratonero arrancaba la foto de Peruggio del tablón de Quántico, (c) el colegio público Antoine Suspensoire fue seleccionado personalmente por Wert para someterse a una evaluación diagnóstica y (d) las bengalas y fuegos de artificio del nuevo establecimiento de Doña Josefa  “La Barata”  iluminaron el cielo de forma inexplicable, al mismo tiempo que la tienda volvía a reducirse a unas pocas brasas humeantes para desesperación de su dueña.



  1.   Óscar says:

    Pregunta de examen diagnóstico para comprobar los niveles de comprensión lectora en infantes de 12 años en tránsito por el sistema educativo español:

    •Compara lo aprendido de la historia vital de Peruggio Vicenttato della Figuona y su conversión a la religión verdadera, con el inquietante contenido de la siguiente frase de un pensador laico ajeno al patrimonio cultural cristiano al que tanto debe nuestra patria:

    «En ocasiones he pasado un día entero sin comer y toda la noche en vela, completamente entregado a meditar. Pero no sirvió de nada. Es mejor estudiar.»
    Confucio, ca. -500. Analects, XV/3o; citado en Uncommon Sense. The Heretical Nature of Science, de A. Cromer (Oxford, Oxford University Press, 1993), p. 112.

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