Archive for junio, 2010

Dr. De Alba y Mingitorio.

Asesor y Delegado Personal de Diputado Provincial.

No deja de resultar curioso y hasta chocante que en tiempo de crisis comiencen a escucharse voces a modo de graznidos desafinados que claman por la desaparición de las Diputaciones Provinciales so pretexto de poner en duda su utilidad y los gastos que las mismas generan. Resulta evidente que es el desconocimiento, la ignorancia, quizás la incultura o… ¿por qué no? la ineptitud, el estado natural que ha llevado a alguien a poner en duda la existencia de esas instituciones tan profundamente arraigadas en la praxis popular como lo son las Diputaciones Provinciales.

 Crisol de ciudadanos-modelo que han hecho de su vida una forma de servicio y sacrificio a sus semejantes, forja de proyectos de desarrollo, progreso y perfección para los pueblos de España, nunca se verá a los grandes partidos políticos de este país poner en duda la existencia o utilidad de tal motor de avance y futuro. Y ahí radica justamente una de las mayores grandezas y facultades de las Excelentísimas Diputaciones: haber logrado un punto de acuerdo entre los partidos, el de no someter jamás a discusión, debate y mucho menos a consulta popular la existencia de las Diputaciones Provinciales.

 Tratar de encontrar sentido y utilidad a una institución que ha venido funcionando desde 1836 significa perjurar de la tradición, esputar encima de nuestros orígenes, olvidar quiénes somos y de dónde venimos. ¿Se le busca sentido quizás al amor?… simplemente está ahí, nos conformamos que aparezca cuando aparece… ¿Se le busca sentido a una manzana?… ¿Tiene sentido una melodía de Mozart?… entonces… ¿porqué buscarle sentido a las Diputaciones Provinciales?.

 Poner en duda los gastos que generan las Diputaciones Provinciales no es, por otra parte, sino una muestra del más puro, y no por ello menos rancio, positivismo materialista. A todos aquellos que se ufanan en denunciar de forma falsa y anónima los supuestos dispendios de las Diputaciones, pregunto, y sólo a modo de ejemplo… si no fuera por la Excelentísima Diputación de Valencia… ¿cómo se hubiera podido financiar la restauración de dos chalecos del torero Juan Jiménez “El Morenillo”?

 Ya lo señaló el Diputado de Asuntos Taurinos, sr. Prieto: “La labor que se ha realizado en el Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Generalitat Valenciana ha sido un trabajo exquisito por el análisis de los materiales, los ocho meses que han dedicado a restaurar estos dos chalecos de un torero como El Morenillo de finales del siglo XVIII y principios del XIX que ha sido muy laborioso pero que han dejado en perfecto estado para que quede en esta exposición para muchos años”.  

Quizás alguien podría decir que ese sólo es un ejemplo de buen hacer, gestionar e invertir, pero que se trata de una excepción que viene a confirmar la regla del dispendio. Y yo le digo… mentira: los chalecos de “El Morenillo”,  torero desconocido pero valiente donde los haya, no es sino el capítulo más reciente de una historia de recuperación de nuestra historia y nuestro orígenes en el ámbito de la tauromaquia que comenzó en el 2003, en un programa de intervención sociocultural que ha propiciado las siguientes restauraciones y acondicionamientos de diferentes objetos como:

 – 2009: Traje de luces completo de color azul utilizado por el matador de toros Paco Camino el 27 de septiembre de 1987, día en el que otorgó la alternativa a su hijo Rafi Camino y con el que se retiró de forma definitiva de los cosos taurinos en la plaza de toros de Nimes.

– 2008: Vestido de torear morado y oro que lució Rafael Molina Lagartijo el día de su despedida de la afición valenciana el 28 de mayo de 1893 y estoque utilizado en ese mismo día por el diestro.

– 2007: Vestido de torear negro azabache que el matador Antonio Sánchez El Tato utilizó con motivo de la muerte de su suegro Francisco Arjona Cúchares en 1869

– 2006: Traje de luces y chaleco atribuido al torero Antonio Ruiz El Sombrerero (principios del siglo XIX).

– 2006: Parte derecha de la taleguilla grana y oro que vistió en Talavera de la Reina el diestro José Gómez Gallito el día de su muerte el 16 de mayo de 1920.

– 2005: Capote crema en seda con bordados de azabache de seda que Manuel Granero utilizó por luto de la muerte de su madre. 2005

– 2004: Panoplia con material taurino expuesta en la Exposición Universal de Barcelona en 1888.

– 2003: Chaquetilla grana y oro, chaleco, camisa y corbatín de los hermanos “Fabrilo”, con la que ambos fueron cogidos de muerte en las tardes de del 27/05/1897 y 30/04/1899.

– 2003: Capote de paseo grana con pasamanería que perteneció a Julio Aparicio Fabrilo.

– 2003: Taxidermia Cabeza del toro “Doradito” de la ganadería de Concha y Sierra con el que tomó la alternativa en Sevilla el 28 de septiembre de 1920, Manuel Granero, siendo padrino Rafael Gómez El Gallo.

 Pues bien… la próxima vez que se escuche aquello de “para qué sirven las Diputaciones”, piense en la cabeza del toro “Doradito”  y entonces quizás llegue a la conclusión de qué sólo por eso… valía la pena inventar las Diputaciones.

Pierangelo Fascietti Boccherini (Minestrone, 19 de febrero de 1743 – Casas Ibáñez, 28 de mayo de 1805) fue un profesor y filósofo italiano afincado en sus años más fructíferos, desde un punto de vista intelectual, en España. Sus siete (una de ellas inacabada) teorías sobre la postmodernidad estructural desde una simbiosis epigénica le han dado fama mundial.

Nació en Minestrone  el 19 de febrero de 1743, en el seno de una familia de filósofos. Su padre fue aristotélico y su hermana bailarina de ballet, aunque en los camerinos solía concentrarse citando a sus compañeras La República de Platón. Su hermano Giovanni Fascietti fue autor de libros de texto y de opúsculos de carácter filosófico de cierto prestigio entre los docentes de Bachillerato. Su padre le imparte las primeras lecciones de filosofía a poco de nacer, efectivamente, mientras Pierangelo Fascietti, con apenas un mes de vida mamaba la leche del pecho de su madre, al mismo tiempo mamaba sabiduría de la boca de su padre que le recitaba párrafos de «Ética a Eudemo», de Aristóteles, incidiendo en elementos de la reflexión aristotélica anteriores a la teoría de la sustancia, por lo que, en cierta medida,  también Fascietti se ve abocado hacia algunos principios del platonismo.

A los dos años Fascietti se interesa por el problema de la felicidad asociado al problema de la moralidad, definiendo de forma precoz su primera tesis relativa a las relaciones incipientes entre las virtudes éticas y las virtudes dianoéticas. Además de las lecciones de su progenitor, la familia decide que el pequeño amplíe conocimientos acudiendo al sacerdote Domenico Perletta, el cual es despedido de su puesto al poco tiempo sin que las circunstancias de dicha separación  hayan sido del todo aclaradas por los biógrafos e historiadores, aunque en su momento corrieron rumores en relación a tocamientos no inocentes por parte del padre Perletta.

Su progreso fue tan fulgurante y comentado que en las  fiestas de Minestrone de 1756 consta su participación en los debates filosóficos organizados por el gremio de filósofos y pensadores; contaba tan sólo 13 años de edad. En parte impresionado por las aptitudes de Pierangelo y en parte un poco cansado del continuo debate filosófico en las horas de la comida y la cena, su padre le envía a París a estudiar con François Pierre Maine de Biran, un filósofo célebre por esa época, que le introdujo en la filosofía del sensualismo y más tarde en el misticismo teosófico. También se familiariza con la obra de Robert Malthus y Karl Wilhem von Humboldt, cuyo famoso tratado Ideen zu einem Versuch, die Grenzen der Wirksamkeit des Staates zu bestimmen impresiona definitivamente al joven filósofo.

En 1757, después de terminar sus estudios en la Scuola Superior de Philosophia de San Edgardo en Cluny, acompañó a su padre, que había logrado obtener plaza de filósofo a tiempo parcial para ambos en la corte imperial austrohúngara.

Ante el relativo poco interés de la corte imperial por el conocimiento filosófico y, por qué no decirlo, acuciado por las deudas, dada su escasa remuneración, Pierangelo Fascietti inicia una gira de actos formativos con su cuarteto de filósofos en-acción creado en 1764 con Johann Kaspar Lavater (fundador de la fisionomía y de la morfopsicología), Pierre Simon de Laplace (autor de Théorie analytique des probabilités) y Alexander Nikolayevich Radishchev (iniciador del radicalismo en la literatura rusa que hubo de abandonar el cuarteto cuando fue exiliado a Siberia por Catalina La Grande).

Entre 1764 y 1768 escribe las dos tesis que inician los prolegómenos de las postmodernidad estructural adyacente.: Aphorismen und Aufzeichnungen y Naturwissenschaftliche Schriften.

 En 1768 se instala en Cuenca (España) con su segunda esposa Filippa Manfredi. Allí publica algunas teorías op.1 y modelos estructuralistas op.2. Poco a poco la fama de Fascietti crece entre el círculo de filósofos. Entonces reaparece en su vida, de nuevo, el padre Domenico Perletta, a la sazón, vicedecano de la universidad católica San Vito Genovesse de Valencia y consigue convencer a ambos de trasladarse a la ciudad de Valencia bajo la protección del rector magnífico, el cardenal prelado Luis Antonio de Rotglá i Campanola, a la sazón, hermano bastardo del rey Carlos III.

Pero lo cierto es que en poco tiempo Pierangelo y Filippa se dan cuenta que la situación no les es tan favorable como habían esperado. A las continuas visitas intempestivas del padre Perletta hay que sumar el hecho de que numerosos filósofos que ya estaban en la universidad San Vito envidian el talento filosófico de Fascietti. Además, a poco de comenzar su docencia, se da cuenta que el género filosófico más apreciado en la universidad católica no es la razón sino la fe.

El año 1785 cambia sustancialmente su vida: su esposa Filippa Manfredi le abandona y huye con un joven matemático de la “otra” universidad de Valencia (Estudio General) y meses después, su protector, el padre Perletta, anciano y en las postrimerías de la vida, es llamado al Vaticano acusado de delitos relativos a la moral. Fascietti abandona la universidad y se enclaustra en una pequeña casa de campo en Casas Ibáñez (Albacete).

Angustiado por las desgracias de la pérdida de su protector y de su segunda mujer, Fascietti se convirtió en un hombre retraído, huraño y solo, dedicándose  a escribir casi sin cesar en los últimos años de su vida, sólo malviviendo de la ayuda económica del Montepío de Filósofos, de forma que la situación de Fascietti  fue empeorando paulatinamente.

Pierangelo Fascietti Boccherini muere el 28 de mayo de 1805, en el pequeño pueblo de Casas Ibáñez, a los 62 años de edad y con su séptima tesis inacabada.

Fascietti fue enterrado en la iglesia de San Justo de la calle del Sacramento de Madrid, hoy basílica pontificia de San Miguel. En 1927 Mussolini en persona se llevó los restos del filósofo a Minestrone para ser enterrados en la iglesia de Santa Gemma Galgani.

Descanse en paz.

El túnel vectolítrico

junio 10th, 2010

El profesor Bergacurta no se percató que un estudiante había levantado el brazo hasta que finalizó la demostración del Teorema de Pyott-Bofarull en la pizarra y se volvió hacia la clase. Allí, más bien hacia el fondo del aula, entre las mesas situadas junto a las ventanas, un alumno mantenía su brazo derecho levantado.

 –    Dígame – dijo Bergacurta mientras se frotaba los dedos para eliminar restos de tiza.

El estudiante se puso en pie.

–    Profesor… ¿no opina que a estas alturas de desarrollo epistemológico, el teorema de Pyott-Bofarull peca de un historicismo ingenuo fuera de toda explicitación postmoderna?.

Si antes de formular la pregunta, Bergacurta hubiera definido al estudiante como bajito, rechoncho, miope y con cara de ratón de biblioteca… una vez formulada la cuestión, Bergacurta pasó a identificarlo como un enano gordinflas absolutamente ignorante, pedante y… y… y mamón (por ahora no se le ocurría algo más ocurrente que “mamón”).

–    ¿Su nombre?

–    Mi nombre es Golindro, Corssetto Golindro – ¿creerá este imbécil que es el agente cero cero siete?, pensó Bergacurta.

–     Bien, señor Golindro… ¿no opina que si yo pensara que Pyott-Bofarull no sirve para nada… me hubiera ahorrado el estar diez minutos cara a la pizarra, gastando tiempo y tiza y, lo que es más difícil, tratando que ustedes entiendan la concatenación de hergzones y lämpreas a través de la teoría de los nudos corredizos escalziformes establecida hace cuatro décadas por Pyott y su colega Bofarull?.

–    A eso iba, profesor… sinceramente, desde entonces ha llovido mucho, y, como usted sabe, los desarrollos teóricos posteriores a partir de los experimentos en el túnel vectolítrico… -Corssetto Golindro, continuaba en pie, impertérrito, el resto de alumnos escuchándolo como embobados y Bergacurta, con su mano derecha en el bolsillo de su bata blanca, a fuerza de apretar, había convertido en polvillo un pedazo de tiza.

–     Mire usted, señor Golondro…

–     Golindro, profesor –interrumpió el alumno levantando su dedo índice mientras se sentaba. Toda la clase estalló en carcajadas.

–       ¡Bueno, pues como sea!… –a Bergacurta le costó esfuerzos el que se hiciera un medio silencio en el aula- le digo que las experiencias en túnel vectolítrico aún no han podido ser homologadas dada la novedad del artefacto, y por tanto, mi deber es el de transmitirles un conocimiento científico asentado, no el de contarles cuentos chinos e historias para no dormir. Desde estos principios, pues, volvemos a lo que íbamos… daremos un paso más en la demostración que habíamos interrum…

–      Perdón, profesor… si no le importa… -por supuesto… de nuevo Golindro, Corssetto Golindro, pero esta vez ni se molestó en ponerse en pie- ¿cómo puede decir que las experiencias en el túnel vectolítrico no han sido homologadas?… ¿cómo puede entonces explicarse la Conjetura de Gödel-Adams?, su cobertura teórica justamente se basa en la experiencia de Bombetti en el túnel vectolítrico…

–      ¡El túnel de los cojones!- estalló Bergacurta. El silencio en el aula (hasta parecía que el silencio era no sólo del aula, sino de todo el campus) se podía cortar como una navaja barbera lo haría con tarta de queso con arándanos- A ver… ¿quiere experimentar realmente la Conjetura de Gödel-Adams en funcionamiento?… ¿quiere participar en una experiencia no homologada del túnel vectolítrico, señor Golindres?.

–     Golindro –dijo el alumno y en este caso nadie rió.

–      Venga, vamos allá… salga al encerado… no tenga miedo.

 

Corssetto Golindro se puso en pie y caminando despacio por el pasillo entre las mesas subió a la tarima.

 

–    Antes de nada vamos a hacer desaparecer a Pyott-Bofarull… por antiguos y pasaditos… ¿no señor Golindres? –Golindro ya ni se molestó en rectificar-  pero coja, coja el borrador y borre la pizarra, toda la pizarra…

–      No, si yo, en realidad lo que decía es que…

–     ¡Borre la pizarra!, POR FAVOR.

 

Golindro, con ayuda del borrador, hizo desaparecer la demostración del teorema de Pyott-Bofarull en cuestión de segundos.

 

–    Muy bien, señor Galondrón… ahora dibuje un círculo con la tiza… no, no, borre esa ridiculez, haga un círculo bien grande… así, bien, de acuerdo.

 

El círculo dibujado en la pizarra tenía aproximadamente un par de metros de diámetro. Corssetto Golindro permanecía frente al mismo a la expectativa, en una mano un pedazo de tiza y en la otra el borrador.

–      Vamos a ver –dijo Bergacurta alcanzando una tiza- permítame señor Galondrio –empujó suavemente a Golindro y se puso a escribir extrañas fórmulas en el interior del círculo.

No estuvo más de un par de minutos escribiendo. Cuando finalizó, dio un paso atrás y contempló abstraído el conjunto de fórmulas  como si de una obra de arte se tratara. Al fin se volvió hacia el alumno, que contemplaba también la pizarra como hipnotizado.

–    ¿Qué me dice Galindro?

–      Pues… no sé… la verdad profesor Bergacurta…

–       ¡¡ESO es un túnel vectolítrico!!… ¡y Bombetti y su célebre y citada experiencia es un mierda en comparación con lo que vamos a demostrar usted y yo en unos instantes! –Bergacurta no había elevado su voz, de hecho estaba hablando en voz muy baja, pero en el silencio profundo del aula sonaba como si estuviera tronando- Ahora va usted a experimentar la Conjetura de Gödel-Adams… a propósito… ¿sabe la razón por la que las experiencias en túnel vectolítrico aún no han podido ser homologadas y sólo son una conjetura… porque Gödel y Adams no han aparecido todavía.

 

En este punto, Bergacurta puso el brazo en la espalda de Corssetto Golindro y con un vigor impropio de su edad de dio un violento empujón hacia las fórmulas escritas en la pizarra. Golindro, desafiando a la realidad a la objetividad y al conocimiento científico en general, ni se partió la cabeza ni se rompió los morros en la pizarra, simplemente desapareció en la pizarra, como si ésta se lo hubiera tragado… algo parecido a cuando la gente se metía por la puerta del tiempo en la serie Stargate.

–     Bueno, pues eso es el túnel vectolítrico… y la Conjetura de Gödel-Adams… eso para que vean que estoy al día- dijo Bergacurta mientras borraba la pizarra- los alumnos y alumnas de la clase estaban absolutamente petrificados. Los ojos como platos, como tratando de traspasar la pizarra que ahora aparecía impoluta.

 

Justo antes de que una chica de la segunda fila saliera, por fin, del estupor general y comenzara a gritar, Bergacurta dijo:

 

–      Pero vayamos a lo nuestro… continuemos con la demostración del viejo Teorema de Pyott-Bofarull…